Educación y familia: los padres ante la educación general de sus hijos en España

Educación y familia: los padres ante la educación general de sus hijos en España
Social Change and Social Policy
2009

Por Víctor Pérez-Díaz, Juan Carlos Rodríguez y Juan Jesús Fernández

Fundación de las Cajas de Ahorros, 2009.

Con padres más implicados en la enseñanza, los hijos tienen mejor rendimiento escolar

· El efecto de la implicación paterna es más visible con unos indicadores (ver menos la televisión en casa, más actividades extraescolares, más esfuerzos de información en la búsqueda de colegio para el hijo) que con otros.

· La herencia genética puede ser tanto o más importante que el nivel educativo de los padres para explicar el rendimiento escolar de los hijos

· A dos tercios de los padres de alumnos de Primaria o ESO les parece bien el cheque escolar

· En los hogares de los niños españoles hay una media de 180 libros no escolares

· Más de la mitad de los padres ayudan frecuentemente a sus hijos con los deberes

· Los padres están bastante satisfechos con el colegio de sus hijos, pero dudan de la calidad de la enseñanza en España

Madrid, 23 de abril de 2009

FUNCAS, la fundación de las cajas de ahorros, ha presentado hoy Educación y familia: los padres ante la educación general de sus hijos en España, cuyos autores son el catedrático de la Universidad Complutense, Víctor Pérez-Díaz, Juan Carlos Rodríguez (profesor asociado de la misma universidad) y Juan Jesús Fernández, doctorando en la Universidad de Berkeley.

El libro es el resultado de una investigación financiada por FUNCAS sobre las actitudes y los comportamientos de los padres españoles hacia la educación de sus hijos, y está basado en una amplia revisión bibliográfica y, sobre todo, en una encuesta a una muestra de 820 padres y madres de alumnos de Primaria y ESO que se llevó a cabo en mayo-junio de 2008.

La influencia paterna en un sentido amplio

El libro comienza considerando la influencia de los padres en el rendimiento escolar de sus hijos en sentido amplio, que se hace sentir en el legado genético, el tipo de familia y el nivel educativo de la familia. En especial, resalta la potencia explicativa del factor genético, tanto o más importante que el nivel educativo o socioeconómico de los padres, una vez controlados adecuadamente estos factores. Permiten afirmarlo las recientes y crecientes investigaciones que comparan hijos adoptivos con hijos biológicos.

La responsabilidad de los padres y la elección de centro

La encuesta, por su parte, muestra que los padres se consideran los primeros responsables de la educación de sus hijos, lo que se corresponde con un lugar común ampliamente compartido. Creen también que es la familia la que de hecho influye más en esa educación, un lugar menos común. También atribuyen a los niños una responsabilidad por su educación. De todos modos, centrar el foco en la responsabilidad familiar no ha de implicar olvidarse de los problemas de la oferta educativa, los ligados a la actuación de profesores y centros, y al marco regulador de la enseñanza.

Aunque el margen de elección escolar es estrecho, y se ve limitado por el poder adquisitivo de las familias, los padres suelen usarlo, informándose de varios centros (unos 2 de media, los mismos que hace ocho años), y fijándose no sólo en la cercanía del centro al hogar, sino en criterios como la previsible calidad de cada centro.

El libro dedica una sección a la experiencia norteamericana con una de las posibles medidas de mejora de la libertad de elección, el cheque escolar. En España, según la encuesta, el cheque escolar le parece bien a dos tercios de los padres consultados, una proporción mayor que la de hace diez años (en torno a la mitad). Si pudiera, un tercio de los padres con hijos escolarizados en la escuela pública los llevarían a colegios concertados o privados puros, y cerca de la mitad con hijos en centros concertados o privados puros los trasladaría a un centro público. Si las preferencias de los padres se realizasen, disminuiría algo el peso de la enseñanza pública, y, más interesante, se reducirían las desigualdades de composición social entre, por una parte, los centros públicos y, por otra, los concertados y privados puros.

En otra dimensión de la libertad de elección escolar, la de la lengua de la enseñanza en las comunidades bilingües resulta llamativo que la realidad, tal como la perciben los padres, parezca ir en la dirección de que sea sólo o sobre todo la lengua vernácula, mientras que las preferencias de los padres caminan se orientan hacia un mayor equilibrio entre la lengua vernácula y la lengua común.

La participación en el colegio

El libro atiende a continuación a varios aspectos de la implicación de los padres en la educación de sus hijos tanto en la escuela como en el hogar, situándolos en una discusión bibliográfica y en el marco de una evidencia empírica comparada, la cual sugiere que los padres españoles disponen de poca información sobre el funcionamiento de los centros, influyen poco en ellos, y participan más bien poco.

La encuesta arroja algo de luz sobre los criterios de la participación de los padres en la escuela. Los padres creen que el nivel de exigencia es entre adecuado (45%) y demasiado bajo (46%), y muy pocos lo consideran demasiado alto (5%). Parece interesarles en particular la enseñanza de las Matemáticas y del Inglés (y sustancialmente menos otras asignaturas, como la Química y la Filosofía). Y prefieren, no tanto que el centro escolar proporcione un ambiente en el que “cada estudiante intente destacar en los estudios de modo que se acostumbre a dar el máximo de sí mismo” (opción que elige el 29%), sino que “los estudiantes convivan entre sí y estén a gusto, evitando que haya competencia entre ellos” (63%). Lo cual se ve corroborado por el análisis comparado de su caso con el de otros padres europeos. Los españoles son más proclives a entender que el objetivo principal de la educación es “preparar para vivir en sociedad y adaptarse a los cambios”, y menos a que sea “preparar para una carrera profesional”. Asimismo, mientras que el 24% de los padres españoles prima los conocimientos básicos como meta de la educación, lo hace así el 53% del total de los padres de la UE15.

El hogar como centro educativo sui generis

Muchos padres (75%) complementan la escuela con actividades extraescolares, que incluyen, sobre todo, actividades deportivas y, en menor medida, enseñanza de idiomas, lo que se complementa con un refuerzo de las asignaturas escolares (Matemáticas, en particular), la informática y actividades artísticas (baile y música). Más de la mitad de los padres asiste a representaciones teatrales o espectáculos musicales en los colegios en las que participa su hijo (58% en 2008; un claro aumento respecto al 42% del año 2000).

Los hogares están dotados de un repertorio más o menos amplio de recursos educativos, que han ido cambiando en los últimos años. No es descartable que el número de libros haya descendido ligeramente (200 de media en 2000, 178 en 2008). Ha aumentado mucho la dotación de ordenadores (22% con ordenador con internet en 2000; 77% en 2008), lo que supone para los hijos en hogares con ordenador (el 90% del total) en torno a 1 hora de uso diario, a lo que habría que añadir 1,3 horas de televisión en todos los hogares, y el uso diario o muy frecuente del Messenger y de la videoconsola de juegos por una parte importante de los alumnos (27% en el caso del Messenger y 27% en el de la videoconsola).

A ello hay que añadir la implicación directa de los padres en la educación de los hijos. Buena parte de los padres ayuda a sus hijos con los deberes, lo cual ocurre bastante más hoy (56% los ayuda siempre, casi siempre o bastantes veces) que hace ocho años (39%). También se observa una mayor implicación directa en las actividades de preguntar la lección y leer con los hijos en voz alta, en cuanto a alumnos de Primaria. La pauta se repite en el haber ido al teatro con su hijo (23% en 2000, 34% en 2008) o haber ido a un museo (19% en 2000; 48% en 2008).

A la postre, los padres están bastante satisfechos con su propia implicación en la educación de sus hijos (se dan un 4,1 en una escala de 1 a 5) y, lógicamente, las madres más que los padres. Ello responde a su experiencia, pero también a la comparación entre lo que ellos hacen y lo que sus propios padres hicieron por ellos, que se entiende que fue menos que lo que ellos hacen por la educación de sus hijos. Vistos en el contexto europeo, los padres españoles se sitúan entre quienes están más satisfechos de sí mismos, junto con los griegos, los irlandeses y los italianos.

Los resultados escolares y sus condicionantes

La hora de la verdad llega cuando se miden objetivamente los resultados de la educación y se comparan los esfuerzos con los resultados. En lo referente a un primer conjunto de resultados, digamos, morales, los padres parecen satisfechos con la educación escolar de sus hijos y valoran bien a los centros en tanto que inculcan en los niños hábitos de esfuerzo (3,9 en una escala de 1 a 5), urbanidad (4,1) y sentido de responsabilidad (4,1). Ello tiene su contrapunto, sin embargo, en que quizá perciban ahora más problemas de disciplina que en el pasado (en 2008, 16% mencionan que sus hijos han recibido amonestaciones o apercibimientos por mala conducta; 13% en 2000); a lo que cabe añadir que el 12% admite que su hijo se ha sentido acosado a lo largo del curso.

Los padres también suelen estar satisfechos de los resultados académicos. Más de la mitad espera que su hijo complete estudios universitarios, una muestra clara de optimismo, que se corresponde con un alto grado de satisfacción con los resultados escolares del momento (un 4,1 en la escala de 1 a 5) y con su alta estima por la preparación y la dedicación de los profesores. Los padres españoles suelen estar más satisfechos con los centros que la media europea.

Sin embargo, albergan dudas sobre la calidad de la educación, pues puntúan con un 3 (en la escala del 1 al 5) el nivel de la enseñanza en España, puntuación que encaja con los rankings de los países de la OCDE según el último estudio PISA, relativos a los resultados en Ciencias, Lectura y Matemáticas, que sitúan a España, grosso modo, en el tercio inferior de la lista.

En todo caso, es poco probable que el nivel de la enseñanza se haya movido mucho en la última década: en la encuesta de 2008, la media de asignaturas suspendidas en la última evaluación en el nivel de la ESO era de 1,79, casi el mismo dato que en el año 2000 (1,76).

El libro analiza, por último, los factores explicativos del rendimiento escolar, en este caso, del número de suspensos en ESO. Los datos de la encuesta apuntan a una gran relevancia del sexo del estudiante (las chicas obtienen mejores resultados), y a una importancia notable del nivel educativo de los padres, que casi desaparece cuando se tiene en cuenta el grado de implicación de los padres en la enseñanza de los hijos. El efecto ambiental de una presencia nutrida de inmigrantes parece importante. El efecto de la implicación paterna es más visible con unos indicadores (ver menos la televisión en casa, más actividades extraescolares, más esfuerzos de información en la búsqueda de colegio para el hijo) que con otros. Finalmente, llama la atención la importancia de las variables de comportamiento de los propios estudiantes, que miden su esfuerzo en el estudio y su autodisciplina, y que distinguen claramente a las chicas de los chicos.

En el acto se ha presentado también en número 119 de Papeles de Economía Española"La educación en España".