La superación de los rechazos mutuos. Los problemas de la conversación cívica, y el problema catalán (September 2020)

Civil Society in a broad sense
2020

En un ensayo anterior he sugerido que consideremos los problemas políticos como juegos de ajedrez, como múltiples partidas simultáneas (Pérez-Díaz, 2020). Victorias, derrotas y tablas se sucederían una y otra vez y cada partida contaría con su propio trofeo, pero la victoria final quedaría por determinarB digamos que sería... muy al final, o en cualquier momento. Propongo ahora una partida que, en cierto modo, las acompaña a todas: la del control de los sentimientos de rechazo mutuo. Lo hago centrándome en una experiencia particular; y lo hago subrayando la extraordinaria envergadura sociocultural del problema de fondo B no precisamente un problema tacticista incidental.

El reto de fondo es el de ganar o perder la partida sobre mantener una comunidad política (Europa, España, por ejemplo) superando, o (al menos, provisionalmente) sorteando, la posibilidad, o la probabilidad, de un espiral de sentimientos de desconfianza recíproca. Tales sentimientos serían como sombras que amenazarían con provocar el caos y oscurecerlo todo, impidiendo la formación del fondo de amistad cívica indispensable para producir y reproducir una comunidad política plausible, es decir, una comunidad capaz de durar B e incluso capaz de soñar con quedar en el tiempo: como lo pudiera soñar un estado nación europeo o una civitas romana con la trayectoria aproximada de un milenio.

En este caso, podemos tratar de reforzar la comunidad política europea, por ejemplo. Pero hacerlo teniendo en cuenta, no sólo y no tanto las ideas y los intereses implicados en los debates y las maniobras del momento, cuanto los sentimientos (y las disposiciones morales) de las gentes. Y hacerlo de una manera determinada, indirecta: enfocando la atención en el encaje entre uno de los estados-naciones europeos (España) y uno de sus territorios o regiones (Cataluña). Lo cual se justificaría por dos razones. Porque lo que averigüemos al nivel estatal nacional pueda servirnos, por analogía, para el nivel europeo; y porque, para que el proyecto de una Europa integrada se realice, es esencial que sus partes constituyentes, sus estados naciones, tengan la coherencia y la estabilidad internas precisas B evitando así que alguno de ellos se convierta en un foco de contagio, agrave una situación de caos, y propicie así la formación de una suerte de agujero negro por donde se pierda buena parte de nuestras energías (de los europeos, de los españoles, de los catalanes), durante demasiado tiempo. Y la consecuencia última de ello sea una Europa Aeternamente por hacer@ B una variante de lo que Voegelin llamaba Aesa famosa Europa que no existe@ (1989).

 

Este ensayo ha sido elaborado en el marco de la serie de "Estudios sobre Europa" patrocinados por Funcas. 

[Versión de septiembre de 2020]