Inquieto buscador de enigmas. Antonio López Campillo. In memoriam (May 2019)

2019

Inquieto buscador de enigmas

Antonio López Campillo

In memoriam

Víctor Pérez-Díaz

 

Antonio, amigo. Antonio, generoso. Antonio, inquieto. Antonio en clave de seriedad, y en clave de ironía.

Asocio a Antonio con una amistad y una presencia intensas, que parecían acogerlo todo, y cuestionarlo todo. Un no, y un sí. Siempre alerta para responder con un giro propio, inesperado, a todos los argumentos. Conversaciones inagotables sobre todas las cosas humanas y divinas, las últimas preguntas. Y claro que sobre política: en una playa mediterránea de la Costa Azul o de la Costa Brava, en el laboratorio de Victor Cousin, en Versalles, en Jean Mermoz, en Chatenay-Malabry, en la calle de la Salud. Con él, y con Evelyne y con Marina.

Haciendo como si fuera posible sustituir el nombre de Pushkin por el de Solzhenitsyn en un crucero ruso fondeado en Cherbourg, allá por los setenta, u hojeando su revista del Viejo Topo, homenaje a la sombra de Hamlet. Cuando todo les parecía posible e imposible, tan cerca y tan a la deriva, a los verdaderos creyentes, que eran y no eran los suyos, en las postrimerías del sesenta y ocho. Campeón de esgrima, senderista de alta montaña, corredor de largas distancias, aceptando retos hasta el final, de todo tipo: libros sobre ciencia y sobre política y sobre religión, presencias televisivas, obras teatrales. Transformando cada ocasión en acontecimiento.

En conversación permanente desde las tierras altas de Burgos de su infancia al Madrid de la Facultad de Químicas y del Congreso de Estudiantes de los cincuenta, a un París donde vivir y donde no vivir, pensando y soñando en España. Fuera y dentro, quizá en los dos sitios. Diciendo que no, pero viviendo en un sí a la vida misma, los humanos, primero, pero sin olvidar una mirada cómplice a sus paisajes y sus masas de gatos y perros y peces.

Le recuerdo en su exilio parisino de veinte años, entre las redes de los militantes del Frente de Liberación Popular, el Felipe de la época, lugar de encuentro de católicos y revolucionarios, que él había contribuido decisivamente a fundar, y de otros grupos, y de otros... y de los anarquistas al fin. Quizá una suerte de comunidad buscada, desde el principio, a partir de una libertad individual llevada al límite.

Físico, talante filosófico, protestante evangélico, marxista o más bien bakuninista o más bien... Antonio López Campillo.

Antonio ha sido un referente del camino para muchos. De cada uno a su tiempo, y a su manera. Yo soy testigo de haberlo sido a la manera de un buscador de enigmas.

Buscaba la verdad, y la vida, a la manera del Lutero que le impresionó de adolescente. Un Lutero que dijera "así soy y no puedo ser de otra manera", y cuya fe-fiducia le dejara inquieto. Porque, al tiempo, le consolaba, pero sólo un momento; de modo que seguía buscando, y seguía encontrando, y seguía buscando. Como el físico, que descansa en el resultado del experimento; pero sólo lo justo para compararlo con una nueva hipótesis y refinar las medidas y revisar los instrumentos. Como el revolucionario, para quien cambiarlo todo es cambiar... lo que se pueda, y darse cuenta de que no ha sido tanto, y que hay que seguir cambiando, en una dirección que tampoco es tan segura.

Así que lo que queda es el testimonio de la búsqueda, incansable, insistente. A cada nuevo hallazgo se añade, de inmediato, un nuevo interrogante. Un vivir con los ojos abiertos, preguntándose.

Caminos que conducían, sin un destino obvio. Encontrando el sentido de cada paso en darlo.

Antonio, en nuestro corazón.

 

 


Antonio López Campillo, científico, escritor e intelectual, nació en Algeciras el 6 de agosto de 1925 y murió en Madrid el 7 de mayo de 2019. 

Obituario publicado en El Mundo, 28 de mayo de 2019, p. 20.